Monday, January 3, 2011

Anna Karenina

Cuando tenía unos 12 años, me leí "La Guerra y la Paz" de Leo Tolstoy. No entendí muy bien la parte de la "guerra" pero me fascinó lo que yo denominé la parte de la “paz:” los salones de sociedad, las conversaciones en francés, los romances y secretos de los personajes. Por lo tanto, esperaba que “Anna Karenina” tuviera los mismos resultados unos—oh por Dios, no puede ser—18 años después. La verdad, tuve los que yo llamo sentimientos en conflicto porque, aunque la historia en sí me agradó y rescato muchísimos puntos narrativos y filosóficos, no pude evitar notar la fuerte estereotipificación (¿existe esta palabra?) de los personajes.

Por un lado tenemos a Anna Karenina, mujer infiel, madre, vanidosa, celosa y codependiente. Por el otro tenemos a Kitty, jovencita enamorada, sin una pizca de malicia real, decidida y fuerte carácter. Hasta está el punto medio, Dolly, maternal y madre de una chiquilinada, dependiente de otros, como su cuñada Anna, pero de carácter recto como su hermana Kitty. Sin más, no soporté a Anna y lo que me pareció su inutilidad de ser. Me dio pena porque abandonó a su hijo con Karenin, pero también porque desatendió a su hija con Vronsky. Kitty es madre primeriza, ¿será acaso una buena madre? Y Dolly misma se cuestionaba si había criado bien a sus hijos.

No es que quiera crucificar al personaje de Anna pero si bien no me agradó, entiendo que sus faltas, a mi criterio, la humanizaron de la misma forma que Kitty fue enaltecida por sus gracias.

En cuanto a los personajes masculinos, Vronsky y Levin también lo veo como extremos. Vronsky es vanidoso, gastador, fiestero y de poco fondo filosófico. Levin, más bien, es sencillo, sin aspiraciones de grandeza social, pero siempre en busca de respuestas sobre su ser, la economía, la agronomía y sobre la Rusia de su tiempo. También toleré poco a Vronsky por parecer más pantalla que otra cosa, y me agradó Levin porque ser trabajador y porque estuvo enamorado de Kitty por mucho tiempo de una forma que Vronsky nunca pudo articular sobre Anna.

Sin embargo, la novela es una joya para leer, aunque no estuve muy contenta con la traducción al inglés que leí.